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lunes, 23 de enero de 2012

Una última vez

Sola a la una de la madrugada ¿Qué hago yo en este sitio?  Aunque esta pregunta no era la primera vez que me la planteaba, ya hacia tiempo que algo no marchaba bien. Hace unos dos años todo mi mundo se me derrumbó al enterarme de la enfermedad que padecía, cáncer esa palabra que me he ido persiguiendo desde hace dos años y que ahora la veo más cercana a mi que nunca. No sabía como había llegado desde el hospital hasta aquel parque, ni tampoco cuanto tiempo tardarían en hacer efecto las pastillas, pero ahora ese sitio me parecía el lugar más acogedor de todos. Solo cuando alcancé la cima de aquel parque mis piernas dejándose vencer por el cansancio se doblegaron haciéndome caer. Y por primera vez me di cuenta de cómo el aire acariciaba mi mano, de cómo con la otra notaba la humedad de la hierba, como mi oído escuchaba a la gente ir y venir, y por encima de eso escuchaba mi corazón luchando sin descanso por un minuto más.
Nunca me hubiera imaginado que todo hubiera acabo así, de esa forma tan cobarde, pero nunca destaqué por mi madurez y no lo iba a hacer ahora. ¿Qué por qué me rindo? Porque no se le puede pedir a una niña de dieciséis años que acepte una muerte tan lenta, prefiero que la gente me recuerde como era antes de la enfermedad a lo que me hubiera convertido cuando todo esto acabe. Prefiero que me recuerden por mi sonrisa, a las lágrimas derramadas durante estos últimos días.

Todo el mundo dice que soy una luchadora pero por una vez en la vida me parecía más fácil rendirme que seguir luchando contra todo.

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