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jueves, 9 de agosto de 2012

Ahora que no estás, solo siento frío.

Cuando abro tu armario y veo tus chaquetas y bufandas no paro de recordar esas tardes de invierno en las que todo podía pasar. Esas tardes en las que a mi cara la acariciaban tus manos y no el viento, en las que mis manos siempre tenían tus bolsillos libres para poder guardarlas. Esas tarde de invierno donde ninguno de los dos teníamos frío.
Por eso ahora me abandono en las calles cuando más llueve, cuando más se mueven las hojas de los árboles y las calles están cubiertas de nieve. Porque son en esos momentos en los que siento el frío y me doy cuenta de que ya no estás aquí.

                                          

jueves, 5 de abril de 2012

Una vida de recuerdos


Mi abuela me solía decir, que una vida no se mide por el tiempo, sino que se mide por momentos. Porque cuando echamos la mirada atrás no solemos acordarnos de fechas, sino de imágenes, fotografías congeladas en el tiempo. Cuando yo miro hacia atrás veo sonrisas sin sentido, pájaros volando, y nubes recorriendo de un lado a otro el cielo azul. Veo como las olas se llevan y traen arena, esa misma arena donde los niños construían castillos para sus sueños y esperanzas.  Nunca le pregunté a mi abuela lo que veía cuando miraba al pasado, quizá por miedo a que me contestara que veía cosas mejores que ahora, porque seguro que me hubiera contestado que en todos sus momentos estaba mi abuelo y esos son recuerdos que yo nunca podría tener.


jueves, 1 de marzo de 2012

El pájaro que no quería ser libre

Había nacido para ser libre. No conocía mas limite que la infinidad del cielo azul. La bóveda que cruzaba de lado a lado todos los días. Cada mañana pasaba volando por encima de la misma casa, y se preguntaba por qué la gente que vivía allí no quería escapar. No se les veía nada contentos. Parecía  que las ventanas que adornaban la casa estuvieran llenas de barrotes que impedían a aquel niño salir de la casa. Pero las ventanas estaban libres y a través de ellas el pájaro podía ver como la mujer no paraba de llorar sin parar y como el hombre no tenía intención de ayudarla... Así se pasó los años mirando aquel niño con ansias de volar. Hasta que un día como otro apresaron al pájaro, lo pusieron entre barrotes y se lo vendieron a una mujer mayor. Entre los barrotes el pájaro veía, con añoranza, el cielo que tantas veces había recorrido, pero también veía a la mujer sonreír, aplaudirle por cada canto, y ver como esta le cuidaba y alimentaba. Un día la puerta de la jaula se abrió. Pero el pájaro, no pensó ni en un momento en salir y volar, pues con el paso del tiempo entendió que no era que niño no tuviera ganas de volar, sino que sabia que había cosas más importantes que eso, y que había gente, que le necesitaba en tierra firme.

lunes, 23 de enero de 2012

Una última vez

Sola a la una de la madrugada ¿Qué hago yo en este sitio?  Aunque esta pregunta no era la primera vez que me la planteaba, ya hacia tiempo que algo no marchaba bien. Hace unos dos años todo mi mundo se me derrumbó al enterarme de la enfermedad que padecía, cáncer esa palabra que me he ido persiguiendo desde hace dos años y que ahora la veo más cercana a mi que nunca. No sabía como había llegado desde el hospital hasta aquel parque, ni tampoco cuanto tiempo tardarían en hacer efecto las pastillas, pero ahora ese sitio me parecía el lugar más acogedor de todos. Solo cuando alcancé la cima de aquel parque mis piernas dejándose vencer por el cansancio se doblegaron haciéndome caer. Y por primera vez me di cuenta de cómo el aire acariciaba mi mano, de cómo con la otra notaba la humedad de la hierba, como mi oído escuchaba a la gente ir y venir, y por encima de eso escuchaba mi corazón luchando sin descanso por un minuto más.
Nunca me hubiera imaginado que todo hubiera acabo así, de esa forma tan cobarde, pero nunca destaqué por mi madurez y no lo iba a hacer ahora. ¿Qué por qué me rindo? Porque no se le puede pedir a una niña de dieciséis años que acepte una muerte tan lenta, prefiero que la gente me recuerde como era antes de la enfermedad a lo que me hubiera convertido cuando todo esto acabe. Prefiero que me recuerden por mi sonrisa, a las lágrimas derramadas durante estos últimos días.

Todo el mundo dice que soy una luchadora pero por una vez en la vida me parecía más fácil rendirme que seguir luchando contra todo.